S. T. T. L.

Descubres el mundo cada día.
Te asombras de su belleza, de sus magnitudes.
Si tienes la suerte de formarte bien, valoras la maravilla de dar por feliz cada día en que te tropiezas con un hermoso texto, una nostálgica puesta de sol, un cuadro inolvidable, una teoría precisa, una fórmula innegable.
Pero, según pasa el tiempo, te das cuenta de que te resulta más difícil la maravilla.
Que estás desubicado.
Que no conoces los nombres de quienes ahora te parece, más bien, que perpetran tú estética.
Te haces viejo amigo.
Y tu espíritu, si es sabio, se va apagando poco a poco, con un chispazo de vez en cuando que te mantiene vivo.
Nunca lo vas a ver todo, nunca amarás todo lo que puedes y quieres, nunca serás tú mismo. Pero conformarse con ello, es lo que has aprendido de la vida. Poca utopía más grande que el anhelo fáustico. Por fin, esa bella torre que tanto has admirado, pasará de ser tu cobijo para convertirse en tu lápida.
Y si lo comprendes y si no te importa, es que te vas con algo más de lo que trajiste.
Bien está.

Fdo. Quique Gómez