El amor

Ah! el amor.
Cuando el mono se convirtió en dios, creyó cambiar el mundo con sus palabras.
El sapiens creó un mundo imaginario en el que su animalidad quedaba atrás para siempre.
Cuando algo de lo que hacía, deseaba o sentía, le recordaba a su despreciable animalidad, se justificaba diciendo que eso era culpa del instinto.
Así a la atracción sexual se le llamo amor.
Qué sería de la cultura humana sin éste, posiblemente, su mayor constructo.
Entre este invento y su contrario, el odio, ambos frutos del denostado instinto, se ha hecho la historia de la Humanidad.
Así pues, ¿quién soy yo para cantarle su canción?
Legiones de sacerdotes de la palabra no van a terminar nunca de alabarlo y ensalzarlo, que así sea.
(Si no, siempre nos quedará el divorcio).
Ah! el desamor, el otro gran motor de la historia.

Fdo. Quique Gómez